viernes, 17 de agosto de 2012

La nueva casa

Tenía yo muchas dudas con la casa, era la última que vi y no sabía si me confundía un poco la familiaridad que iban a tener mis hijos con la casa antigua, añadido el regalo de una puerta al final del jardín que da a un jardín aún mayor que da camino sobre el césped a las piscinas y a las canchas de tenis que Alexander está empezando a utilizar. Collado Mediano es un pueblo apartado del fragor calenturiento de Madrid y a un pie de Collado Villalba, que guarda el sopor mercurino de Madrid en los agostos acosados por las olas de calor.  A James le encanta abrir el grifo de la manguera y la gata Candle ya tiene su gatera en el cristal. Ya hemos conocido al veterinario y a un americano maravilloso que se llama Eduardo y se dedica a cuidar perros y gatos cuando los dueños están fuera. El domingo, una vez que la mayor parte de las cajas están vacías, nos iremos a pasar cinco días a Cádiz. Para reconciliarnos con España, a la que llego, por cierto, con ese síndrome extraño que se llama choque cultural. La Playa de los Alemanes, en Zahara de los Atunes, hará una labor, espero, de sosegamiento que no podemos tener ahora, porque cada vez que nos despertamos, al abrir los ojos, nos encontramos con tantas cosas que hacer.

Paul Davey, mi suegro biológico, murió la última noche que dormíamos en nuestra casa de Londres. Lógicas poéticas de la vida, supongo. Al final de su vida lo quisimos tanto que no tenemos más remedio que pensar que también fue bueno, que no solo fue malo. Que fue un ser humano. Con sus luces y sus sombras. Como todos. Buen viaje, south londoner.