domingo, 31 de marzo de 2013

Una historia verdadera

Lo de Javier Espinosa es un caso que se repite muchas veces, y a mí me lo han contado personas conocidas, incluso le ha ocurrido al fotógrafo de mi boda: el periodista Daniel Nuevo. La historia es muy fácil: uno va por la calle, o está en una manifestación pacífica, o está sentado por la noche en los jardines del Templo de Debod, en Madrid, y la policía le registra y le da a uno lo que en mi barrio se llamaba "una somanta de palos". Uno llega a su casa llorando y se limpia las heridas con temblores todavía de las piernas y de las manos, se echa unas horas en el sofá a esperar a que amanezca para, a primera hora de la mañana, ir a la comisaría de policía más cercana a denunciar el abuso y el asalto injustificado que ha sufrido. Esta segunda parte no le ocurrió a Daniel Nuevo, pero podría haberle pasado. Cuando uno va a abrir la puerta para salir camino de la comisaría se oye el timbre, y abres con aprensión, porque nadie llama a primera hora de la mañana a tu casa si no es para dar malas noticias: efectivamente, una pareja de oficiales te muestra la documentación de una denuncia que hay contra ti por agredir a dos policías que ahora, por tu culpa, están de baja laboral. Como el extraño caso de Javier Espinosa, una historia verdadera y repetitiva.


No hay comentarios:

Publicar un comentario